Las palabras en la pedagogía
Hablamos con José Luis Corrales, profesor de creación literaria, sobre la comunicación pedagógica desde su experiencia como profesor, a través de su reflexión descubriremos las características y la finalidad de la palabra pedagogía. Una palabra destinada a educar y suscitar el análisis, la crítica, y el deseo de investigar, de aprender, de conocer y conocerse…
Esta conversación forma parte del trabajo de investigación “Los lugares de las palabras”, dirigido por Alejandro Gándara.
La palabra de la pedagogía, es una palabra destinada a educar. La primera característica que tiene que tener es la de ser una palabra responsable y bien medida. El que sea bien medida y que sea clara, no quiere decir que sea completamente precisa, pero tiene que tener vocación de precisión. Es una palabra con los bordes algo difusos, puesto que es una palabra que forma parte de una cadena: “a mí me han educado, yo voy a educar” y esa palabra adquiere nuevas dimensiones y nuevos matices a lo largo de la historia. Es una palabra transmitida pero que ha sido recibida anteriormente, en ese sentido no es una palabra cerrada.
Es una palabra provocadora, ha de provocar el análisis, pensamientos, la crítica, pero fundamentalmente debe provocar el deseo; el deseo de investigar, de aprender, de conocer y conocerse, de comprender y comprenderse, y en ese sentido es una palabra que va a ir ensanchando de alguna manera la realidad, va a ir ensanchando el mundo.
La palabra de la pedagogía abre los ojos y los oídos, amplía y ordena el mundo, es una palabra que tiene como finalidad en quien la recibe la autonomía, la libertad, el conocimiento, el espíritu crítico y creador, la capacidad por parte de quien aprende de tomar sus propias decisiones. Puesto que es una palabra que ensancha el mundo, que lo ordena, tiene que provocar la autonomía de quien la escucha y tiene que producir el sentimiento de libertad en quien la recibe. Dotar de espíritu crítico, de capacidad de análisis, de posibilidad de tomar decisiones. Es una palabra que no únicamente ordena el mundo, sino que hace más hombre al hombre, más grande al ser humano.
Hay que tener en cuenta que la palabra de quien educa, la palabra de la pedagogía, no cae en un terreno virgen sino que aquellos a los que va dirigida, aunque sean jóvenes o niños, ya vienen con una determinada visión del mundo, con una experiencia, con determinados conocimientos y con unas características individuales y particulares. Ha de ser una palabra, dentro de lo posible, individualizada, dirigida a distintos individuos. Habrá zonas de la pedagogía en la que uno puede dirigirse a la generalidad, a todos los alumnos puesto que tendrán características generales, pero se ha de tener en cuenta que cada individuo tiene unas determinadas características, y por tanto, la pedagogía tiene que tener en cuenta la individualidad y la particularidad, las características propias de cada individuo.