Palabra y número en el metro de Madrid

Se cuenta con palabras y se cuenta con números. ¿Qué relaciones existen entre estos dos sistemas de fijación? Los alumnos del Programa Jóvenes Maestros II llegaron el sábado por la mañana a la ECH para investigarlo. Como en varias otras clases, ésta vez tocaba salir. Fueron a participar de la actividad "Récord de lectores en el metro de Madrid" y -siendo protagonistas y testigos del evento-, cubrieron lo ocurrido para pensar y mirar la realidad de otra manera.

ASÍ LO CUENTA/CUENTA MARIVÍ CERVI:

 

No 13

10.30

Línea 6

11 alumnas

8 paradas

2 andenes

No 42

17 escalones

1 libro

1 hora de espera

3 niñas

2 hombres con sombrero

5 Cámaras

11 camisetas.

3 entrevistas

Lectura en 2 ó 3 palabras

300 personas

3 fotos

No 137

2 entradas

12.30

 

Tenía que llevar mi libro favorito; eso era de lo que se trataba. Cogí No es país para viejos, el que llevaba leyendo un par de semanas. En cuanto estuvimos todas salimos de la ECH. Teníamos que estar en Príncipe Pío antes del mediodía, para la foto. Me enseñaron sus libros: Nunca seré como te quiero, Los borrachos de mi vida, El guardián entre el centeno... Quizá esos tampoco fueran sus libros favoritos. La parada estaba aún casi vacía. Me pegaron un número en la chaqueta y fui a leer a unas escaleras. Esperamos mucho rato y más gente fue llegando y las escaleras se llenaron. Unas niñas pasaron a mi lado. Iban en fila tras su madre. De la mayor a la pequeña, cada una con su libro en la mano. Llegó Analía con las camisetas, que eran verdes y tenían un escorpión. Es curioso lo del escorpión. Una periodista nos preguntó si podíamos decir lo que significaba para nosotras la lectura en pocas palabras. Es algo difícil de resumir, pero éramos tantas que casi no se nos escapó nada. Cuando llegó la hora de la foto, la parada se había llenado. Todos enseñamos nuestros libros ante las cámaras. Me pareció divertido; no encontré dos iguales.

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ASÍ LO CUENTA/CUENTA MJ ESPINOSA:

1 escuela

10 alumnas

1 profesora

1 actividad

1 ejercicio

10 cuadernos

Línea 6 de metro

6 vagones

28 personas en el vagón

10 libros

3 revistas

2 pantallas de televisión

1 olvido

8 paradas de metro

1 estación (P Pío)

37 minutos de recorrido

Pegatina número 41

1 escalera

20 escalones

10 libros diferentes

Relojes en las 11:17

50 personas

70 personas

100 personas

Pegatina número 190

Pegatinas repartidas 312

500 inscripciones

6 libros iguales

8 gafas de sol

26 gafas de ver

15 niños

30 cámaras de fotos

8 cámaras de televisión

4 parejas

4 micrófonos

4 entrevistas

3 preguntas

10 teléfonos móviles

Relojes en las 11:45

312 libros en un círculo

312 personas en un círculo

1 presentador

1 sorteo

3 números

3 manos inocentes

2 entradas para una exposición

75 afortunados

1 vuelta a casa

1 texto por hacer

 

Cientos de números olvidados y perdidos

Sábado por la mañana y, como todas las semanas, toca algo diferente. Salimos las chicas con la profe de la escuela, cuadernos y boli en mano, a estar pendientes de nuestro alrededor y a mirarlo despacio.

Nos vamos a Príncipe Pío y vamos a coger la línea circular de metro. Hacemos esta excursión para ayudar a batir el récord de lectores de metro de Madrid. Luego nos tocará escribir.

Vamos deprisa porque nos hemos entretenido algo en clase. Subimos al principio del tren. En el vagón vamos hablando y comiendo brownie que ha hecho una de nosotras. Mientras, se supone que tenemos que contar. Las televisiones están encendidas y proyectan las noticias del día. Hay gente sentada y de pie y algunos van con libros o revistas, pasando páginas hasta que llegan a su parada y tienen que coger sus cosas. Otros simplemente juegan con los móviles o escuchan música a través de grandes cascos. Lectura y música es lo que abunda en el metro. La gente baja y sube del vagón y nosotras nos sentamos.

A mitad de camino nos quedamos solas y la profe vuelve a la escuela a por las camisetas. Vamos directo a la estación, a la zona de Cercanías, donde ya hay cierta gente sentada por doquier leyendo su libro. Me fijo en los títulos y ninguno es el mío. Cogemos las pegatinas de conteo y nos las pegamos en la ropa, también son importantes para luego el sorteo.

Apenas hemos tardado media clase en llegar y ocupar la escalera. Nos repartimos en los escalones, sacamos los libros, comentamos nerviosas la presencia de las cámaras y fantaseamos sobre si hablarán con nosotras o no. Algunas queremos y otras no.

El reloj corre y las páginas no avanzan. Parece una pequeña puesta en escena por parte de todos. Faltando todavía un rato para la “foto de grupo” la gente va llegando, libro en mano, se acomodan en algún lado y se ponen a leer, que de eso se trata.

Los reporteros se acercan, micrófono en mano, seguidos de los cámaras, dando instrucciones sobre planos, sobre las preguntas, sobre a dónde tienes que mirar… ¿Por qué lees? ¿Qué haces un sábado por la mañana en una estación de metro leyendo? ¿Qué libro has traído? ¿Por qué has traído ese libro? Un esquema medio improvisado dependiendo de tus respuestas. Primero pasa a una y luego a otra. Luego, “¿Qué significa para vosotras la lectura?” Todas damos respuestas diferentes, cortas y por turno.

Nos enteramos de que con la gente que estamos, ya casi al final de la “hora del récord”, podríamos llenar el aforo de una sala de fiestas. De hecho casi no cabemos en el círculo asignado, nos acercamos con nuestros libros y nos colocamos para la foto. Libro arriba… libro abajo… pasad páginas… mirad a las cámaras.

Tras la pequeña performance, sigue el presentador diciendo cosas. Llega el sorteo, entradas para una exposición. Se presentan unas manos inocentes como voluntarias para sacar los números de un saquito. Se leen en voz alta y cuando se completan las cifras el elegido sube las escaleras. Y luego los siguientes a él. Los demás nos dispersamos y, nosotras, volvemos a la escuela. Ahora toca contar, contar la historia y entrever los números.

 

 


 

 

 

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